La noche había sido pesada - difícil dormir con tanta humedad y tanto calor, solía decir una tía de Rivera - así que pocas horas tuvo de sueño profundo, y eso se veía al espejo incluso a pesar de la ducha.
Sonrió (algo que por suerte no podía evitar).
Respiró hondo, y aún en ropa interior, se paró frente al placard del dormitorio en búsqueda de un cable a tierra.
Mientras él preparaba el desayuno rutinario, ella se decidió por un pantalón blanco y una remera negra - equilibro necesito, se dijo en voz alta, pero sin ganas de ser escuchada.
Cuando estuvo lista, se notó otra, solo le faltaba la palabra clave, la que dispara el buen-humor, la que hace sus ojos brillar, y su boca humedecerse.
Encontró en el café, el que-calor-que-hace, un llovió-algo-seguirá-así-de-pasado, un par de noticias del informativo de la mañana, y poca cosa más.
La Palabra faltó, seguramente quedó en su boca ocupada en tostadas y mermeladas
La sonrisa se le había borrado del rostro, y entre informes y balances, ella no sabía como salir del gris abrumador
Finalmente se lo cruzó, a aquel que sin dormir con ella sabía refrescarle el día. La magia se dio con el simple saludo, y mientras recuperaba la sonrisa pensó: hermoso, lástima que no pueda ser.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario