martes, 24 de febrero de 2004

Montevideando

Camino por la rambla, en una imagen tan típica de Montevideo, que me trae a la boca un viejo tango y mil melodías incompletas. Se siente extraño estar de nuevo aquí, después de tantos años, después de tantas lágrimas.

Mi andar sin rumbo me llevó lejos, partió mi nacionalidad en pedazos, me hizo ciudadano del mundo y profeta en tierras lejanas. Y así viajé por el mundo, cargando un mate amargo, goles en la hora, vueltas en el gusano loco, coros murgueros, lonja y madera, pescas infértiles en la escollera Sarandí y susurros del río ancho como mar.

La mochila llena de recuerdos contrastaba con los bolsillos vacíos, tanto como mi corazón repleto de nostalgias y mis brazos desnudos de abrazos.

Tu te quedaste ahí mirándome con los ojos llenos de lagrimas, pero sin que una sola gota corriera por tus redondas mejillas. Parecías tan frágil y desnuda, como aquella vez que bajo la luna de abril, dijiste si por primera vez. Yo avancé por el corredor interminable con destino incierto, dejándote atrás, dejando mi alma en tus manos.

Fue duro partir, pero más duro extrañarte. Sentirme vacío de la ciudad y de su gente fue la desesperación al final de cada día, y siempre resultó cuesta arriba volver a amanecer.

Ahora estoy de regreso, ya no soy el mismo, ya no sos la misma. Tampoco se ha mantenido intacta la gris Montevideo. Nuevos tiempos corren para todos, vientos fuertes del sur, lluvias que lavarán heridas, caminos que renacerán esperanzas.

Pero, estoy aquí, es mi lugar.

1 comentario:

Blondiepower dijo...

Definitivamente, todos tenemos un lugar...al lado de alguien.